El clan
Hoy es diez de mayo, y estamos nostálgicos. Todos los años, el diez de mayo le llamo a mi mamá para felicitarla. Y después de llamar a mi mamá, le llamaba a mi abuelita Güera, la mamá de mi mamá y de mis tíos Ric, Yoyis, Ángel y Rebe. Pero este año ya no está, y si bien ya sé que está en el cielo, porque aunque el cielo no existiera lo inaugurarían nomás para ella, los que seguimos por acá no podemos dejar de sentir ese vacío que deja alguien a quien se quiere tanto.
De verdad, doy gracias por haber tenido la dicha de conocer a mi abuelita Güera, de ir todos los viernes en la tarde, saliendo de la escuela, a comer a su casa. Yo me sentaba en las escaleras de madera de la cocina, que siempre me dieron miedo, mientras ella hacía de comer. Siempre me hacía sopa de pasta, y me la comía con un montón de salsa búfalo. También me consentía con dulces de pepita de Martínez de la Torre. Es chistoso las cosas que uno recuerda, pero yo no puedo comer sopa de fideos sin acordarme de mi abuelita.
Le doy las gracias porque por ella es que tengo una familia tan hermosa. Esta foto es mi tesoro, y si bien los niños ya no son niños, y los grandes ya estamos más grandes, aquí está la gente que quiero. Me faltaron mi papá y mi manita con mi chaparra, que esa vez no pudieron estar, Lorena y Deliana que andaban en Puerto Rico, y don Sebas y Natalia, que ahí todavía no llegaban.
Así que, aunque extraño a mi abuelita, y yo creo que siempre la vamos a extrañar, estoy muy feliz porque tengo a mi familia, que quiere y se deja querer mucho. Yo nunca me di cuenta hasta que estuve solo y lejos, pero el querer y dejarse querer libremente es algo raro. Aquí la gente le habla de usted a sus papás y les sacan la vuelta. Yo tengo el orgullo de querer mucho a mi familia que quiere mucho.