El puesto de tacos, la competitividad y la globalización
Ayer terminé un pesado trabajo que me había comprometido a tener listo para la primera semana de agosto. En realidad mis palabras exactas fueron "estimo que el trabajo estará listo alrededor de la primera semana de agosto". Fue un evidente error de juicio considerar terminarlo para la primera semana de agosto, pues no había considerado la cantidad de ecuaciones y diagramas que tuve que editar. Pero quod scripsi, scripsi, así que tuve que amarrarme los pantalones y trabajar horas extras (y muchas) para tenerlo listo en la primera semana de agosto. Y lo logré, para el mediodía de ayer, el trabajo estaba terminado.
Perfectamente hubiera podido trabajar este fin de semana y tenerlo terminado para el lunes. O bien pude dejar los diagramas y figuras como estaban, dedicarme sólo a la traducción del texto y terminarlo antes. Pero la cuestión es - y ya nos vamos acercando al motivo del título del post - que si bien informalmente y como una estimación, me comprometí a terminarlo para la primera semana de agosto. Y si me puse a editar los diagramas y figuras, fue porque existe un compromiso de calidad hacia el cliente.
[Corte, Toma con super 8, sonido de cinta corriendo, y música de documental setentero]
"Mascarita, el luchador"... ah no, perdón
[Corte con sonido de aguja rayando disco, toma chafa con cámara digital de baja resolución, sonido de cinta corriendo, y música de documental setentero]
Ahora sí. En mi ciudad adoptiva de Salamanca, Guanjuato, donde arden eternamente los fuegos de Mordor [toma de la refinería], abundan los puestos pequeños de tacos al pastor [tomas alternadas de Obregón con Revolución, Faja de Oro con Ezequiel Ordóñez y Árbol grande con Tenixtepec, con un taquero sonriendo exageradamente ], y siempre han gozado de abundante clientela.
En general siempre se habían caracterizado por ser puestos pequeños, ya sea en carritos en la calle o en locales pequeños principalmente en el centro de la ciudad.
A mediados de los años 90, sin embargo (ya sé, soy muy malo para aquello de las fechas, pero es pa' dar una idea), se abrió un local de tacos relativamente grande, en un lugar bastante céntrico, propiedad de una familia proveniente de Oaxaca [toma de un paisaje rural oaxaqueño], tengo entendido. Apenas hablaban bien el español, pero se destacaban en la elaboración de tacos, campechanas, gringas, y demás. Poco tiempo después se movieron a otro lugar más grande, en el que calculo cabrán por lo menos una 75 personas, y que está lleno todos los fines de semana.
[Corte]
La cuestión es que, como platicaba con mi papá a finales del año pasado, el negocio de estos taqueros oaxaqueños, que se dedican a lo mismo que todos los demás taqueros, prosperó grandemente, mientras que el resto de los taqueros permanecen en sus carritos sólo con su clientela habitual.
La diferencia estriba en que los primeros, invirtieron sus ganancias en conseguir un local más grande y céntrico, ampliando grandemente su clientela y mejorando sus ganancias. Este es un ejemplo de la importancia de la reinversión en el negocio, es decir, utilizar el dinero que se gana en mejorar el negocio para poder ganar más dinero, y se aplica no sólo a las taquerías, sino a todas las actividades comerciales.
El objetivo de la reinversión, junto con muchas otras prácticas que iré mencionando en posteriores posts es mantener la competitividad.
Desde la última mitad del pasado siglo el mundo se ha encogido notablemente, figurativamente hablando. Si bien en 1900 hubiera resultado ridículo pensar en contratar mano de obra china para fabricar productos que después serían vendidos en México, actualmente esto no sólo es factible, sino que desgraciadamente para muchos, es rentable. La competencia de hace un siglo es un juego en comparación con la realidad actual, donde ya no sólo debemos superar a los taqueros de la cuadra o de la ciudad, sino de todo el mundo (figurativamente hablando, por ahora).
[Toma de un taquero bávaro rollizo en traje tirolés]
En el caso de los bienes, tal vez el dinero que se tenga que gastar mi competencia china en embarcar una orden de tacos desde allá me pudiera dar una ventaja competitiva. Eso sería, claro, considerando que un taquero chino aspirase a cobrar lo mismo que yo cobro por mis tacos, lo cual, como muchas industrias han podido constatar, rara vez es el caso.
Actualmente no sólo basta con tratar de mantener precios razonables, y mucho menos cuando el negocio es de servicios. En el caso de servicios como las traducciones por ejemplo, gracias al uso de internet es exactamente lo mismo contratar a alguien aquí que en España o de hasta el Chile , por lo tanto el mercado se vuelve mucho más amplio y se tienen que adoptar tarifas más bien fijas para no estar en desventaja. Siendo el enorme mercado global quien fija las tarifas [toma del rictus de dolor de un traductor siendo azotado por un villano reventón representando al mercado], buscar ofrecer precios más bajos no sólo es difícil, sino que muy probablemente no es el enfoque adecuado.
Existen otros acercamientos y requisitos hacia el objetivo del negocio competitivo, entre ellos el valor agregado. En un negocio en el que los precios los fija el mercado, la única manera de obtener ventaja sobre los competidores es ofrecer más y mejor por el mismo precio.
El valor agregado es ese extra que va sobre el servicio básico ofrecido. El concepto parece relativamente sencillo, pero no lo es tanto. Hay que tener cuidado en que el tratar de ofrecer ese extra no resulte más que una sustitución de valores. De nada sirve que si alguien me pide una orden de tacos yo le ponga un plato hermosamente adornado con cebollitas asadas, guacamole y totopitos espolvoreados con queso ranchero, frijolitos charros, cilantrito picado y dos tristes tortillas medio embarradas de frijoles con grasa de chorizo.
Los globalifóbicos (invento de México para el mundo, por cierto), están condenados a la extinción, como los tigres dientes de sable que no querían tragar más que mamut. Es cierto que muchas veces la competencia global raya en la injusticia, (pregúntenles a los zapateros), pero aún así, no queda más que amarrarnos los pantalones y ofrecer la mejor calidad posible en nuestros productos y servicios. Y para lograr esto es necesario reinvertir en el negocio, ya sea comprando un asador nuevo y más grande para una taquería, como invirtiendo en investigación y desarollo en las grandes industrias.
Así que, compañeros, no queda más que hacer de la calidad nuestra forma de vida, aunque a los mexicanos parezca costarnos un güe...n de trabajo.
PD. Gracias a mi mamá por enseñarme el valor de la puntualidad, y a mi papá, por inculcarme la mejora continua.
PD2. Aunque se caliente mi jefe, si no encuentro prácticas profesionales en un lugar factiblemente accesible, voy a reinvertir mis ingresos en la compra de un tsurillo para poder trabajar a gusto en mi área de especialidad.
Perfectamente hubiera podido trabajar este fin de semana y tenerlo terminado para el lunes. O bien pude dejar los diagramas y figuras como estaban, dedicarme sólo a la traducción del texto y terminarlo antes. Pero la cuestión es - y ya nos vamos acercando al motivo del título del post - que si bien informalmente y como una estimación, me comprometí a terminarlo para la primera semana de agosto. Y si me puse a editar los diagramas y figuras, fue porque existe un compromiso de calidad hacia el cliente.
[Corte, Toma con super 8, sonido de cinta corriendo, y música de documental setentero]
"Mascarita, el luchador"... ah no, perdón
[Corte con sonido de aguja rayando disco, toma chafa con cámara digital de baja resolución, sonido de cinta corriendo, y música de documental setentero]
Ahora sí. En mi ciudad adoptiva de Salamanca, Guanjuato, donde arden eternamente los fuegos de Mordor [toma de la refinería], abundan los puestos pequeños de tacos al pastor [tomas alternadas de Obregón con Revolución, Faja de Oro con Ezequiel Ordóñez y Árbol grande con Tenixtepec, con un taquero sonriendo exageradamente ], y siempre han gozado de abundante clientela.
En general siempre se habían caracterizado por ser puestos pequeños, ya sea en carritos en la calle o en locales pequeños principalmente en el centro de la ciudad.
A mediados de los años 90, sin embargo (ya sé, soy muy malo para aquello de las fechas, pero es pa' dar una idea), se abrió un local de tacos relativamente grande, en un lugar bastante céntrico, propiedad de una familia proveniente de Oaxaca [toma de un paisaje rural oaxaqueño], tengo entendido. Apenas hablaban bien el español, pero se destacaban en la elaboración de tacos, campechanas, gringas, y demás. Poco tiempo después se movieron a otro lugar más grande, en el que calculo cabrán por lo menos una 75 personas, y que está lleno todos los fines de semana.
[Corte]
La cuestión es que, como platicaba con mi papá a finales del año pasado, el negocio de estos taqueros oaxaqueños, que se dedican a lo mismo que todos los demás taqueros, prosperó grandemente, mientras que el resto de los taqueros permanecen en sus carritos sólo con su clientela habitual.
La diferencia estriba en que los primeros, invirtieron sus ganancias en conseguir un local más grande y céntrico, ampliando grandemente su clientela y mejorando sus ganancias. Este es un ejemplo de la importancia de la reinversión en el negocio, es decir, utilizar el dinero que se gana en mejorar el negocio para poder ganar más dinero, y se aplica no sólo a las taquerías, sino a todas las actividades comerciales.
El objetivo de la reinversión, junto con muchas otras prácticas que iré mencionando en posteriores posts es mantener la competitividad.
Desde la última mitad del pasado siglo el mundo se ha encogido notablemente, figurativamente hablando. Si bien en 1900 hubiera resultado ridículo pensar en contratar mano de obra china para fabricar productos que después serían vendidos en México, actualmente esto no sólo es factible, sino que desgraciadamente para muchos, es rentable. La competencia de hace un siglo es un juego en comparación con la realidad actual, donde ya no sólo debemos superar a los taqueros de la cuadra o de la ciudad, sino de todo el mundo (figurativamente hablando, por ahora).
[Toma de un taquero bávaro rollizo en traje tirolés]
En el caso de los bienes, tal vez el dinero que se tenga que gastar mi competencia china en embarcar una orden de tacos desde allá me pudiera dar una ventaja competitiva. Eso sería, claro, considerando que un taquero chino aspirase a cobrar lo mismo que yo cobro por mis tacos, lo cual, como muchas industrias han podido constatar, rara vez es el caso.
Actualmente no sólo basta con tratar de mantener precios razonables, y mucho menos cuando el negocio es de servicios. En el caso de servicios como las traducciones por ejemplo, gracias al uso de internet es exactamente lo mismo contratar a alguien aquí que en España o de hasta el Chile , por lo tanto el mercado se vuelve mucho más amplio y se tienen que adoptar tarifas más bien fijas para no estar en desventaja. Siendo el enorme mercado global quien fija las tarifas [toma del rictus de dolor de un traductor siendo azotado por un villano reventón representando al mercado], buscar ofrecer precios más bajos no sólo es difícil, sino que muy probablemente no es el enfoque adecuado.
Existen otros acercamientos y requisitos hacia el objetivo del negocio competitivo, entre ellos el valor agregado. En un negocio en el que los precios los fija el mercado, la única manera de obtener ventaja sobre los competidores es ofrecer más y mejor por el mismo precio.
El valor agregado es ese extra que va sobre el servicio básico ofrecido. El concepto parece relativamente sencillo, pero no lo es tanto. Hay que tener cuidado en que el tratar de ofrecer ese extra no resulte más que una sustitución de valores. De nada sirve que si alguien me pide una orden de tacos yo le ponga un plato hermosamente adornado con cebollitas asadas, guacamole y totopitos espolvoreados con queso ranchero, frijolitos charros, cilantrito picado y dos tristes tortillas medio embarradas de frijoles con grasa de chorizo.
Los globalifóbicos (invento de México para el mundo, por cierto), están condenados a la extinción, como los tigres dientes de sable que no querían tragar más que mamut. Es cierto que muchas veces la competencia global raya en la injusticia, (pregúntenles a los zapateros), pero aún así, no queda más que amarrarnos los pantalones y ofrecer la mejor calidad posible en nuestros productos y servicios. Y para lograr esto es necesario reinvertir en el negocio, ya sea comprando un asador nuevo y más grande para una taquería, como invirtiendo en investigación y desarollo en las grandes industrias.
Así que, compañeros, no queda más que hacer de la calidad nuestra forma de vida, aunque a los mexicanos parezca costarnos un güe...n de trabajo.
PD. Gracias a mi mamá por enseñarme el valor de la puntualidad, y a mi papá, por inculcarme la mejora continua.
PD2. Aunque se caliente mi jefe, si no encuentro prácticas profesionales en un lugar factiblemente accesible, voy a reinvertir mis ingresos en la compra de un tsurillo para poder trabajar a gusto en mi área de especialidad.