Las locas aventuras de Cerro Prieto
Relato de una travesía inverosímil.
Érase que se era una vez una niña a la que llamaremos Sarita, que era doctora. Esta niña tenía un novio a quien nos referiremos como Manuelito, y dos buenas amigas a las que llamaremos Ale y Gaby, respectivamente.
Un día, Gaby, Ale y Sarita decidieron ir de campamento a la presa de Cerro Prieto. Gaby y Ale se esmeraron en la preparación de deleitosas vituallas, manjares dignos de los paladares más exigentes. Nunca imaginaron que esa noche sería oscura y tenebrosa, transcurriendo en medio de una tormenta eléctrica con lluvia torrencial.
Cuando parecía, que el sentido común dictaría posponer y cambiar los planes para otro día, sucedió que el sentido común se disipó (probablemente por el calor de la casa inhabitable de Sarita). Y así fue que se decidió emprender la aventura de ir a Cerro Prieto en medio de la lluvia, esperando que la tormenta amainara en aquellos rumbos.
Lejos de esto, la tormenta arreció tremendamente mientras que la sed empezaba a causar estragos en piloto y copiloto. No obstante, persistimos, durante horas, hasta que la lluvia bajó de intensidad. Para cuando la lluvia cesó, empezaron a turbarnos distintas preocupaciones. ¿Será éste el camino correcto? ¿Faltará mucho para llegar? ¿Habrá brujas por aquí?
Seguimos manejando, hasta salir de la civilización, donde de no ser por los faros del auto parecía que nos adentrábamos en un lóbrego abismo. Hasta que finalmente, cuando parecía que no habríamos de llegar nunca a nuestro destino... ¡Nos topamos con unas vacas!
Tomámoslo como un buen augurio y dimos vuelta por el camino de las vacas, continuamos durant unos 10 minutos, y finalmente llegamos a la presa.
El resto del relato, será referido en otra ocasión.
Érase que se era una vez una niña a la que llamaremos Sarita, que era doctora. Esta niña tenía un novio a quien nos referiremos como Manuelito, y dos buenas amigas a las que llamaremos Ale y Gaby, respectivamente.
Un día, Gaby, Ale y Sarita decidieron ir de campamento a la presa de Cerro Prieto. Gaby y Ale se esmeraron en la preparación de deleitosas vituallas, manjares dignos de los paladares más exigentes. Nunca imaginaron que esa noche sería oscura y tenebrosa, transcurriendo en medio de una tormenta eléctrica con lluvia torrencial.
Cuando parecía, que el sentido común dictaría posponer y cambiar los planes para otro día, sucedió que el sentido común se disipó (probablemente por el calor de la casa inhabitable de Sarita). Y así fue que se decidió emprender la aventura de ir a Cerro Prieto en medio de la lluvia, esperando que la tormenta amainara en aquellos rumbos.
Lejos de esto, la tormenta arreció tremendamente mientras que la sed empezaba a causar estragos en piloto y copiloto. No obstante, persistimos, durante horas, hasta que la lluvia bajó de intensidad. Para cuando la lluvia cesó, empezaron a turbarnos distintas preocupaciones. ¿Será éste el camino correcto? ¿Faltará mucho para llegar? ¿Habrá brujas por aquí?
Seguimos manejando, hasta salir de la civilización, donde de no ser por los faros del auto parecía que nos adentrábamos en un lóbrego abismo. Hasta que finalmente, cuando parecía que no habríamos de llegar nunca a nuestro destino... ¡Nos topamos con unas vacas!
Tomámoslo como un buen augurio y dimos vuelta por el camino de las vacas, continuamos durant unos 10 minutos, y finalmente llegamos a la presa.
El resto del relato, será referido en otra ocasión.