Censura
El domingo pasaron "La naranja mecánica" por primera vez por televisión "abierta". Desde que la anunciaron yo me pregunté a mi mismo "Mi mismo: ¿La censurarán? De ser así: ¿Qué tanto?" La razón por la que sintonicé la T.V. para verla fue mera morbosidad, dado que poseo la versión completa en mi colección de películas. No pasaron diez minutos (5' 14" para ser exactos) antes del primer corte. Me dije a mi mismo: "Mi mismo: Ya me suponía que no la pasarían completa". Lo cual me llevó a cuestionarme en consecuencia: "¿Qué me hizo pensar que no la pasarían completa?"
Resultan extraños los criterios de censura aplicados a la película. Es decir, mostraron la escena donde Alex patea hasta la saciedad al viejo, pero no pasan la escena final donde salen las devotchkas enseñando sus bolches grudos. Si se pone a uno a pensar al respecto, habría que cuestionarse el por qué de la existencia de la censura.
No voy a ponerme una playera hippie, mi gorra de termograma, a sacar mis churros de mota y salir a las calles a protestar por la libertad de expresión. Como decía don Aristóteles, los extremos son malos (el siguiente artículo en la serie ética muy probablemente será sobre la templanza). La censura en los medios tiene una función, no puedo negarlo (Y esto nos llevará a un artículo sobre religión, pero ahora que tenga tiempo). La cuestión es que habría que revisar periódicamente los criterios de censura que se aplican a los medios, para verificar que esta en efecto cumpla con una función social y no sea un mero mecanismo de conservación de paradigmas anticuados y obsoletos.
(Luego le agrego, ando a la carrera)