Honestidad

Este es en realidad el artículo que quería publicar la vez pasada en la série de ética y filosofía, pero para hacerlo tenía que hablar primero un poco sobre la verdad.
La honestidad o sinceridad es la virtud de hablar y actuar conforme a la verdad.
Simple ¿no? Creo que es la definición más corta que he publicado hasta el momento. Y aún así, considero que es de las virtudes más difíciles de encontrar. A decir verdad, la sinceridad no fue considerada un ideal en occidente sino hasta mediados del siglo XVII. Incluso a la fecha no es bien recibida por muchas personas, y más triste todavía, no se alienta a la gente a desarrollar esta virtud.
¿Te gustó la comida? No.
¿Me veo bien con esta blusa / falda / tanga de leopardo? No.
¿Te molesto? Sí.
¿Crees que me contraten? No.
¿Te interrumpo? Sí.
¿Está bien si voy a tu casa? No.
¿Me puedes ayudar? No.
Me han dicho varias veces que contestar de esta forma es no ser cordial. Los exhorto a que revisen su diccionario:
cordialidad.Entonces ¿Por qué es que la sinceridad es tan rara? Dice el refrán: "La verdad no peca pero incomoda". Tristemente, es debido a esto que la sinceridad no se fomenta en nuestra sociedad, y afirmar lo contrario es un acto de hipocresía. Si la verdad incomoda, la solución no es ocultar o disfrazar la verdad, sino aprender a que la verdad no nos incomode. Después de todo, la verdad es la verdad, y por más que nos hagamos güeyes no vamos a cambiarla.
(De cordial).
1. f. Cualidad de cordial (‖ afectuoso).
2. f. Franqueza, sinceridad.
Yo por eso a mis hijos cuando me digan: "Papá esa señora está bien fea" o "Su vestido parece cortina", les voy a decir: "¡Muy bien mijito, qué observador eres!". No seré el primero. En las escuelas gringas, suelen enseñarles una historia sobre George Washington, que va más o menos así:
Cuando George Washingtonsito (o séase, Jorgito) tenía alrededor de seis años, le obsequiaron una pequeña hacha (qué demonios pensaban cuando se la regalaron, no tengo idea). Como buen niño destroyer con un hacha, Jorgito procedió a descagalar cuanto objeto se puso a su paso. Entre los desafortunados que se pusieron a su paso estaba un joven cerezo que don Agustín (su apá) había plantado. Cuando don Agus llegó a casa del trabajo y vio su cerezo descagalado, gritó:
"¿QUIÉN FUE EL HIJO DE SU RECONTRACHINGADA MADRE QUE VINO A DESCAGALAR MI PINCHE CEREZO?"
A lo que Jorgito, cagadísimo, respondió:
"No puedo mentir apá, tú sabes que no puedo mentir (porque me pones en mi madre). Yo lo descagalé con mi hachita".
Y entonces don Agus le dijo:
"Véngache pa' acá mijo, estoy contento de que hayas descagalado mi cerezo (todo esto refunfuñando y entre dientes), porque me has pagado con creces. Tal acto de heroismo en mijo vale más que mil cerezos, aunque sus flores fueran de plata y sus frutos de oro."
Y después le puso la madriza de su vida.
Ya en serio, es importante no saltar a ponerles la madriza de su vida a los niños cuando digan la verdad, aunque hayan quemado la casa o robado el carro. Se les debe halagar y consentir por decir la verdad, explicarles que quemar la casa o robar el carro está mal, y ya entonces darles la madrina de sus vidas, como don Agus. De otro modo el niño aprende que diciendo la verdad se lo madrean, y en consecuencia, adquiere el hábito de mentir.
Con cariño violentamente sincero, Manuel.
PD. No se las enseñan así, por aquello de los impedimentos lingüísticos, pero estoy seguro de que eso fue lo que pensaron tanto Jorgito como don Agus.
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