Terrorismo: m. Dominación por el terror.
(
Diccionario de la Lengua Española)
La tinta con la que nos marcaron los pulgares esta vez venía más diluida que de costumbre, yo creo que para el miércoles ya no se va a notar que votamos.
El único tema de conversación del día domingo 2 de julio de 2006 fueron las elecciones. Yo me acuerdo de hace seis años, toda la gente con la que te topabas el día de las elecciones te preguntaba "¿Por quién votaste?". Lo que me preocupa es que la gente con la que me encontré el día de hoy me hizo dos preguntas diferentes. Unos me hicieron la misma pregunta de hace seis años: "¿Por quién votaste?". Los demás me preguntaron: "No votaste por López Obrador ¿verdad?".
El voto es secreto, pero estoy dispuesto a renunciar a ese derecho. La verdad es que sí voté por López Obrador, y sé que por esta decisión me esperan por lo menos unos tres meses de reclamos:
"¿Pero qué no ves que nos va a dejar en la miseria?"
"Ahora vamos a ser como Cuba"
"Va a endeudar el país para darle dinero a los pobres"
"Va a venir Hugo Chávez a gobernarnos"
"Claro, ustedes votan por López Obrador, se largan del país y los que nos fregamos somos nosotros."
"
¿Qué no ves que López Obrador es un peligro para México?"
Me detengo a reflexionar en la última pregunta.
La verdad es que no, no lo veo. No sé si será mi astigmatismo, pero de verdad fallo al tratar de ver que López Obrador (o cualquier otro mexicano, para tales fines) sea un peligro para México. Yo entendería (pero no justificaría) un temor racional a lo desconocido como una motivación a no votar por un candidato; sin embargo por desgracia, el miedo que ha motivado a muchos mexicanos a no votar por "el Peje" no es, ni racional, ni a lo desconocido.
Me atrevo a afirmar que de los tres candidatos (sí, eran tres, no nos hagamos), AMLO es al que menos podemos calificar de desconocido. Después de todo, salió en la televisión todos los días en la mañana durante su gobierno en la Ciudad de México. Todos sabemos del segundo piso del periférico, de su Tsuru con chofer, de su peculiar forma de hablar.
De hecho, durante el 2005 mucha gente se veía inclinada a votar por AMLO. En el 2006 sin embargo, la popularidad en las encuestas del Pejelagarto descendió drásticamente. Y cómo no iba a ser así, si un día de buenas a primeras despertó siendo "un peligro para México".
Ahora bien, quiero dejar esto en claro. No soy perredista, nunca lo fui y nunca lo seré. La gente que me conoce sabe que no sólo soy apartidista, sino que no puedo evitar sentir un dejo de desprecio por la gente afiliada a los partidos políticos. El tema de esta crónica no es el resultado de las elecciones. Ya votamos, y teniéndole fe al IFE, ganará el candidato que tenga más votos, sea quien sea. El punto que quiero discutir, y que me causa una incomodidad difícil de ignorar es lo que pasó antes de las elecciones.
Durante el 2006 todo México fue testigo de "la guerra sucia" entre los candidatos a la presidencia. Me parece una verdadera vergüenza y falta de respeto hacia la ciudadanía la manera en que los candidatos condujeron sus campañas durante el 2006. Gastaron millones de pesos en spots televisivos dirigidos no a informar sobre sus propuestas, sino a denostar a los demás candidatos. Calderón y Madrazo (quién los viera) contra el Peje y el Peje contra Calderón. Millones de pesos hoy en día uno los dice como si los trajera en el bolsillo, pero el dinero que se gastó en esos comerciales difamatorios bien pudo usarse en programas de desarrollo social y educación, que tanta falta le hacen al país.
Más allá del dinero que se gastaron, queda el daño moral que causan estos individuos. Como figuras públicas, aspirantes no sólo a un puesto de representación popular, sino a EL puesto de representación popular, es inconcebible que se comporten de una manera no sólo deshonrosa, sino delictiva. Citando el artículo 350 del Código Penal Federal:
“El delito de difamación se castigará con prisión hasta de dos años o multa de cincuentaa trescientos pesos, o ambas sanciones a juicio del juez.La difamación consiste: en comunicar dolosamente a una o más personas, la imputación que se hace a otra persona física, o persona moral en los casos previstos por la ley, de un hecho cierto o falso, determinado, o indeterminado, que pueda causarle deshonra, descrédito, perjuicio, o exponerlo al desprecio de alguien. ...”El problema es que la difamación no se persigue de oficio, y parece que nuestros “representantes” en vez de denunciar el delito apegándose a la ley, prefieren responder desfachatadamente incurriendo en el mismo delito.
Se ha tratado de justificar la “estrategia” diciendo que “Así se hace siempre en Estados Unidos”. Aquí tengo que hacer una pausa para respirar MUY profundo, contenerme, y tratar de no explicar los cientos de razones por las que estados unidos deja mucho que desear como modelo de democracia. Como dicen las madres a sus hijos “Si tus amiguitos se avientan de cabeza de la azotea ¿Tú también lo vas a hacer?”. No es necesario ser un sabio para darse cuenta de que esta “estrategia” es inmoral y vergonzosa.
El que la gente vaya a las urnas a votar “porque el otro es un hipócrita y deshonesto”, “porque el otro es un peligro para México”, “porque el otro es un dinosaurio corrupto” debe ser motivo de preocupación para todos los mexicanos. No puede ser que a mi pueblo le baste lo que le digan en los comerciales entre corte y corte de sus telenovelas y fútbol, sobre todo en la actualidad que tenemos la información tan al alcance de la mano. No puede ser que en mi país se prefiera el delito y el terror a la legalidad y la transparencia.
Estoy en verdad avergonzado de los candidatos, de todos ellos, y de los organismos que permiten este tipo de conductas aberrantes.